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La pelea más sentida del teatro argentino

Lejos, muy lejos, de musical y cerca de la pasión y músculos del film original de Sylvester Stallone, que dió la aprobación, Nicolás Vázquez, como codirector (con Mariano Demaría), protagonista y parte de la producción cuenta de cara al estreno el 12 de junio en el Teatro Lola Membrives: “Algunos de chicos soñaban ser Batman, ser Superman, yo soñaba ser Rocky. Y mi superhéroe es más humano que todo eso que te dije, y no tiene nada que ver con la ciencia ficción. Tiene que ver con el corazón, con la garra, con el poder del amor. En mí, muchas veces ese tipo de poder es lo que me ha llevado adelante”. Rocky es el corazón de Vázquez. Pero también, como se nota al instante, de los 90 seres humanos que lograron que esta producción de RGB Entertainment y Preludio sea una realidad. Hay uno de ellos, claro, que Vázquez asegura que sería imposible pensar la obra sin ella: se trata de Dai Fernández, su coprotagonista, en esta aventura. La Adrian a su Rocky. Suma Vázquez: “Soy un estudioso de Rocky, lo admiro mucho a Stallone como artista, como productor, como actor, pero de Rocky me sé casi todo. Hace poco, en Sly, el documental de Netflix, sale algo que no se sabía: que él se enoja con él mismo porque cuando le preguntan qué es Rocky dice de todo, todas las palabras, pero nunca dice que es una historia de amor. Lo primero que me pasó a mí cuando la llamé a Dai Fernández para que sea la protagonista, le dije que quería que lo fuera porque es una historia de amor. No le dije que era una historia de boxeo”. Y suma: “No me hago el canchero, no es que desde siempre lo entendí así, como una historia de amor. Lo primero que me llamó la atención fue la resiliencia, el boxeo, la pelea, pero de más grande empecé a entender que yo podría enamorarme de una mujer como Adrianne, que me gustaría enamorarme de una mujer como Adrianne. Me gustaría tener un amigo como Rocky, esos luchadores que andan intentando ser visibles y que, con suerte, lo logran”. Con la misma pasión, se suma Dai Fernández: “Le da todo el sentido cómo se descubren cuando alguien te mira de otra manera. Cómo florecen los dos. No solamente Adrianne, que hace su transformación. Rocky también: que alguien confíe en vos, que alguien sea un pilar. Eso le da sentido a esta historia de amor, que está lejos del estereotipo, es un amor más tímido”.

—¿Qué descubrieron que quizás no sospechaban que estaba ahí de los personajes cuando se pusieron los guantes y el tapado, cuando se convirtieron en ellos?DAI FERNÁNDEZ: Creo que me di cuenta que tengo más cosas en común con Adrian de lo que creía. Me enamoré más todavía del personaje. De la personalidad de ella. Lo que es ella como mujer y no pensé que tenía tantas cosas en común, más allá del parecido físico que buscamos. Me empecé a sentir más identificada con lo de adentro, que además tienen una fuerza gigante y una manera de amar muy hermosa, que me gustaría tener en mi vida.

NICO VÁZQUEZ: Lo mío viene de adentro para afuera, primero porque no me parezco físicamente a Stallone. Stallone hay uno solo, esto es un homenaje a él. Alguno te dice “Pero no se parece…”. ¿Qué querés? ¿Qué me opere la cara? Pero tenía muy en claro que el espíritu lo tengo, conozco mucho al personaje, para mí es una religión. Le tenía más miedo al parecerme físicamente. Me veo desde afuera, no por parecerme en los rasgos sino por sentirme más cercano a Rocky. Todos hicimos un trabajo interno, que nos sirvió mucho.

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—La visita a Filadelfia es algo que siempre dicen que fue clave ¿en qué sentido?

D.F: Fue esencial. Estar en esas calles, estar vestidos como los personajes. Hay algo de la esencia del origen que pudimos vibrar ahí.

N.V: Era filmar algo, terminar y abrazarnos los cuatro del equipo que estábamos allá. Y llorar. Hay imágenes inéditas que solo vas a ver en el teatro, cuando voy corriendo por el teatro italiano y me tiran la naranja. La que le pidió a un señor mexicano que le tire la naranja era ella. Ella produciendo. Hay una comunión de equipo que hace que esto se sienta un éxito, más allá de lo que pase por la gente.

—¿Qué hay en “Rocky” para ustedes, considerando que sus instintos primarios de cine están tatuados en el imaginario popular?

N.V: Verlo de pie a Rocky. Rocky somos todos. Al que alguna vez le pasó algo, y no existe en el mundo alguien que no haya tenido un problema y sentiste que te derribaba la vida. Caerse, levantarse. Te puede pegar, te puede pegar de costado. Incluso podés escuchar la música. La música es épica, te ayuda a correr, a sacarte de la cama, a correr. Hay gente que dice que no vio la película pero conoce la canción.

N.V: Rocky no es un héroe perfecto. Él no gana, no necesita ganar para ser lo que es.

D.F: La gente se identifica porque no son perfectos ellos. No son hegemónicos, tienen problemas de plata, tienen poco y nada. Con eso construyen un mundo. Eso es algo muy valioso.

—¿Cómo funcionaba el equilibrio entre la idiosincrasia argentina y Rocky?

N.V: Todo lo contrario a lo que me pasa con todas las obras que vengo haciendo. Por ejemplo, Tootsie, si yo hacía que Dorita Sánchez quería trabajar en la calle Broadway antes que en la calle Corrientes, la mitad del chiste no lo hubieran entendido. Pasaba en Argentina. Lo mismo con El otro lado de la cama que era española y Una semana nada más que era francesa. En este caso no, hacemos un clásico, hablamos de Filadelfia, vamos al clásico. Nada que tenga que ver con la idiosincrasia argentina.

D.F: Creo que no necesita la historia lo argentino. No repara la diferencia en cambiar el lugar y el idioma.

N.V: Lo más fuerte que tiene: lo que sí me da orgullo es que es la primera vez que se hace esta versión, lo más parecida a la película, aprobada por Sylvester Stallone y MTI. Eso me infla el pecho, nadie la hizo así. La hicieron musical, pero nunca la hicieron así: lejos del musical y cerca de la película.

—¿Qué dice sobre ustedes el hecho de contar, de contar así de grande, en este momento de la cultura argentina?

N.V: Me bajan las señales de que estamos haciendo algo grande. Yo cada vez que pienso en algo para contar pienso en la experiencia, pienso en el público. Yo venía de Tootsie, algo muy grande. Quedó chico al lado de esto. Tootsie es un kiosko y esto es un shopping en comparación. Es muy grande esto. Cuando me lo propuse no pienso en el contexto, pienso en lo que necesito que suceda arriba del escenario y abajo del escenario. ¿Qué quiero que suceda? Que se lleven la mejor experiencia, que lo vivan como nosotros lo vivimos y se lleven eso a sus casas. Eso le gana a cualquier contexto. Los contextos son más o menos iguales para los artistas, vamos y venimos, y

tratamos siempre de estar en forma y laburando para darle al público. Cuando podés lograr eso, que ya nos viene pasando hasta con el trailer que se puede ver.

D.F: Es un privilegio poder hacer una producción así. Gustavo Yankelevich al mando de esto, junto con Nico, con Preludio. Son unos valientes… arriesgar así implica la seguridad que tienen en lo que vamos a hacer. Ojalá podamos sentar un precedente, que se vea que se puede poner todo, que se puede seguir creciendo.

N.V: Sube la vara realmente. En un teatro grande pero chico. Hicimos un quilombo con Mariano Demaría. En una pasada por ejemplo un técnico trajo a su nene de 8. Y sin saber que Rocky, el nene quería que gane Rocky.

Se hace un show familiar, que no estaba buscado. Este héroe, antihéroe, todos quieren que gane. Todavía no puedo creer lo que se dio, y estoy muy agradecido, medio soñando despierto. Lloramos todo el tiempo, lo vivimos muy a flor de piel.

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