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Andrea Frigerio, a los 63 años y con su primer protagónico en cine, dice que no volverá a la TV

En sus ojos azul profundo, Andrea Frigerio, lleva claro el mensaje que quiere trasmitir en su primer protagónico: Una jirafa en el balcón.

“Me gustaría que esta película permita un debate en la sociedad, sobre la necesidad de escucharnos, de entendernos y aceptarnos en nuestras diferencias. Pero además llama a no desperdiciar la vida. De buscar la alegría, ser felices y no quedarse enganchado en luchas por el poder que solo buscan atropellar al otro”, dice.

En charla con Clarín, la actriz conductora y modelo se define como una “entusiasta de la vida y la felicidad”, y habla de la magia de trabajar con su hija, la realidad del sector y por qué no volvería a hacer televisión.

Frigerio espera el estreno (el próximo jueves 4 de septiembre, en cines) con la ilusión intacta de quien encuentra siempre una oportunidad en el horizonte, para que “esta historia sirva para unificar a los argentinos como en los tiempos del Mundial”.

Andrea Frigerio asume un papel difícil en su primer protagónico absoluto en cine. Fotos Ariel GrinbergAndrea Frigerio asume un papel difícil en su primer protagónico absoluto en cine. Fotos Ariel GrinbergPersonifica a Lidia Muñoz, una ex militante armada, que en 1978 tuvo que exiliarse en Barcelona, por ser perseguida por la dictadura militar. Ya está jubilada y esperando a su primer nieto cuando un episodio del pasado la hace volver al país, y así tira del carretel de un ayer que, aunque trató, nunca pudo olvidar.

-Con 63 años recién cumplidos (el viernes 30 de agosto) encarás tu primer protagónico, con una historia que nos marca como argentinos, ¿Cómo lo vivís?

-Lo primero, con mucha responsabilidad y felicidad. Me preparé muchísimo para hacerlo. A veces no sé cómo explicarlo, cuando encaro un personaje se me manifiesta en todos lados. Es como que abro las antenas y me aparecen personas, libros, circunstancias que me ayudan a armarlo.

«Me preparé muchísimo para hacerlo», dice de su papel en el filme que estrena el próximo jueves.Y en cuanto al paso del tiempo, con mucha felicidad también, porque me genera la obligación de aprender. Creo que es la oportunidad que nos da la vida de ser mejores, entonces si uno pasa el tiempo siendo igual del que fue, algo no está bien. Me encanta pensar año a año qué aprendí, y siento que el entusiasmo se duplica, se triplica. A mí me encanta vivir, me encanta la vida. Soy una gran entusiasta de la vida.

-¿Cómo es eso de “entusiasta de la vida”?

-Yo tengo un apodo que es “¿Quéplan?”. Porque siempre hay algo para proyectar, para realizar. Siempre digo “¿qué hacemos?” “Qué plan? “Yo soy Quéplan”, soy muy entusiasta, empujadora. De hecho, esta película en un momento nos quedamos sin recursos y yo dije “déjenme a mi” y hablé con uno, con otros, con otro, y fui resolviendo.

Rodando Rodando «Una jirafa en el balcón». Foto Star Distribution-Además trabajás con tu hija Fini Bocchino. ¿Cómo fue esa experiencia?

-Mágica. Fue una experiencia mágica que disfruté minuto a minuto. Ella hace magistralmente una versión de Lidia todavía no atravesada por la culpa y las desilusiones, entonces es mucho más determinada y luminosa.

-¿Cómo me presentarías a Lidia Muñoz, tu personaje en “Una jirafa en el balcón”?

-Lidia es una idealista. Primero, ella lleva un nombre que ya la define en sí mismo: Lidia, lidiar, combate. Ella lucha por sus ideas. Es una joven que se comió la película romántica del Che Guevara y no deja de ser un soldado de una estructura que la utiliza para conseguir objetivos que finalmente terminan como terminan.

«Soy una gran entusiasta de la vida», es su autodefinición.Lidia carga con ese remordimiento, esa culpa, y está completamente apagada si la comparás con la versión de ella misma del pasado. La Lidia de hoy se encuentra con la vida y le pasan las cosas que le pasan. Sufre desengaños, traiciones, se entera que fue delatada, se exilia y empieza su derrotero hacia la amargura.

-En la ficción se tocan temáticas como el terrorismo de Estado, los secuestros, la delación y las torturas; a 40 años de la llegada de la democracia es una película que va a fondo.

-Sin duda. Bueno, es como caminar sobre las brasas. Esto genera muchos debates. La película termina con una pregunta de cara a la sociedad, que es “¿qué hacemos con esto?” Hablamos de qué hacemos ante la tortura, si llegamos a delatar, si eso es traición. Es una duda que por lo menos en mi familia se dio. Un debate válido. Una cosa es opinar en frio y otra es con la picana en el cuerpo.

Van a cumplirse 8 años de la presentación de Van a cumplirse 8 años de la presentación de «El ciudadano ilustre» en la Mostra de Venecia. Foto EFEHasta dónde uno puede quedar entrampado en los ideales de otros. Otros que quizá con el tiempo se acomodan, mientras sus soldaditos dan la vida por esa causa. Fíjate que Lidia termina siendo casi un espectro atrapada en los sucesos del pasado. Ella construye, revoque tras revoque, para tapar ese pasado del que no puede escapar.

-Y la idea de que el pasado siempre llega, ¿no?

-Siempre llega. Es inevitable. Por eso la importancia de dejar fluir las emociones, de perdonarse, de entenderse en el contexto. Y me parece que en la Argentina nos falta ese debate de comprendernos entre nosotros. De ser amorosos con la historia del otro. De entender que cada uno tiene sus razones, no es que porque somos todos unos HDP, y no nos importa el otro.

Junto a Guillermo Francella, en Junto a Guillermo Francella, en «La extorsión». «Es mi padrino artístico», dice. Creo que hay que reconciliarnos. Como argentinos, encolumnarnos atrás de una causa como hicimos con la Selección, y esa causa tiene que ser la reconciliación. Yo voy por eso. Pasa que cuando se habla de estas cosas, nunca se quiso raspar a la izquierda, porque parece que cuando raspás a la izquierda estás favoreciendo a la derecha, y no es así.

Andrea Frigerio y la ficción actual

-¿Qué te interesa de la ficción actual? Ahora le está yendo muy bien a “El encargado”, donde están grandes amigos tuyos como Guillermo Francella, Gastón Duprat y Mariano Cohn.

-Miro todo. Miro teatro, miro series. En cuanto a El encargado, acabo de terminar el último capítulo de la tercera temporada y me encantó. Amo a Francella, es mi padrino artístico. La última película que hizo, La extorsión, la hicimos juntos. Además, lo de Mariano y Gastón lo miró todo porque me parece genial y son mis amigos.

-¿Volverías a la conducción?

-Justo me llamaron para hacer un programa y dije que no. La verdad es que no me veo en la televisión actual. No me seduce.

«Yo propongo no pedirle nada al Estado», dice con respecto al financiamiento, pero pide una ley clara. -¿Pero porque cambió, o porque no querés más?

-Porque estoy con otra cosa. Como estoy con esto de la ficción, y la verdad es que no me seduce en lo más mínimo. En mi casa se ve televisión por mi marido, que mira deportes, pero yo no me veo ahí. No estamos enamorados en este momento. Ni la televisión de mí ni yo de la televisión.

-¿Cómo es apostar a una ficción en este momento de la industria?

-La ficción va a seguir ocurriendo porque en la Argentina hay una prepotencia creativa que no se encuentra en otro lado, de verdad. A mí me tocó trabajar en el exterior y los argentinos tenemos un talento, una creatividad y un compromiso que no es moneda corriente.

Estamos en un momento de vacas flacas, flaquísimas. Yo propongo no pedirle nada al Estado. Solo que nos sancione una Ley para que los capitales privados tengan un atractivo, una excepción impositiva interesante, para que puedan aportar capitales. Como se hace en Uruguay o en otros lados.

Porque si no, parece que la gente dice “bueno, los actores curran con el Estado”, y no es verdad, yo siempre trabajé para los privados, nunca cobré un solo peso del Estado y además convivo con directores, escenógrafos, estilistas, vestuaristas, productores, que tienen familia y que son parte de esta industria.

Y que además es una industria muy celebrada en el mundo. A mí me tocó ser parte del Festival de San Sebastián con Rojo, del de Venecia con El ciudadano ilustre, y ganamos un Goya (premio de la Academia del cine español).

-¿Cómo se hace para transmitir esa energía positiva y ese empuje del “Quéplan” en un momento de vacas flaquísimas, como decís?

-Es una postura en la vida. Mi mamá fue maestra rural, así que estoy acostumbrada a ver una mujer que se sacrifica muchísimo. Se iba todos los días a las 5 de la mañana a dedo desde Belgrano hasta Del Viso, así que el sacrificio no me asusta, arremangarme no me importa. De hecho, tengo muchos proyectos nuevos que estoy encarando. Algunos como productora, que ojalá salgan, pero siempre seremos “Quéplan”.

POS

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