Javier Milei ya tiene listo el veto completo a la ley de movilidad jubilatoria. Se publicará el viernes en el Boletín Oficial. Los asesores que le recomendaban que el veto fuera parcial para atender las objeciones de la oposición más cercana con el oficialismo se convencieron de era inviable una marcha atrás luego de que el mandatario ratificara públicamente su intención de rechazar toda la ley.
Después de su semana negra con tres derrotas legislativas, en la Casa Rosada no temen que las diferentes fuerzas de la oposición puedan volver a juntar los dos tercios necesarios en ambas Cámaras para insistir con la norma, que para el Presidente y para el ministro de Economía, Luis Caputo, solo pretende dañar las cuentas públicas.
Mientras se juega la suerte de los pliegos de los candidatos del Gobierno para la Corte Suprema, el triángulo de hierro del Presidente reitera que la suerte de Ariel Lijo y Manuel García Mansilla está atada. “Son los dos o ninguno”, insisten en uno de los vértices de poder libertario.
Es la misma tesis que sostienen en la Rosada desde que presentaron los dos nombres y para muchos resulta casi inexplicable. Más aún, si se tiene en cuenta que el pliego del juez de Comodoro Py -aun con todas las resistencias que genera- estaba a un paso de obtener dictamen y cerca de conseguir los votos necesarios.
Los laderos de Milei -que defendió públicamente las aptitudes de Lijo como el único juez capaz de aplicar la reforma que el Gobierno quiere impulsar para el Poder Judicial- señalan que la Corte solo quedaría balanceada si el académico y constitucionalista de la Universidad Austral se sumara al máximo Tribunal. “Es una cuestión política y de filosofía política. El que mejor expresa nuestra visión sobre el derecho es García Mansilla, no Lijo”, señalan en uno de los despachos más importantes de Balcarce 50.
El académico reconoció en la comisión de acuerdos del Senado que el asesor Santiago Caputo fue el encargado de ofrecerle la posibilidad de ocupar la vancante en la Corte. El ministro de Justicia Mariano Cúneo Libarona el miércoles en el piso de TN explicitó en una declaración sin precedentes que la sugerencia para que fuera Lijo partió del supremo Ricardo Lorenzetti. Supervisa la operación con final incierto el secretario de Justicia Sebastián Amerio, el verdadero jefe de la Cartera en las sombras, que responde a Caputo.
En el Gobierno no cierran la puerta a la ampliación de la Corte Suprema que reclama por lo bajo el peronismo. Antes de avanzar con esa negociación, sin embargo, pretenden asegurarse a los dos jueces propuestos. «Son dos negociaciones diferentes», sostienen. Lo mismo decían sobre la Ley de Bases y el paquete fiscal.
Tampoco hay claridad sobre el número del cuerpo. El ministro de Justicia deslizó que podrían ser 7, pero el jefe de Gabinete y el asesor estrella del Presidente siguen hablando de 9 miembros.
Golpeados por los resultados y por las internas expuestas en el Congreso, los responsables de ordenar la política puertas adentro y afuera del Gobierno se reunieron en las últimas horas. Estuvieron Karina Milei, Martín y Eduardo “Lule” Menem, Caputo, Guillermo Francos y Lisandro Catalán.
En esa mesa relativizan el impacto de las derrotas legislativas por los bloques reducidos del oficialismo en el Congreso, pero reconocen que hace falta un seguimiento y una conducción más consistente sobre la actividad legislativa, que -dicen- debería dirigir naturalmente Francos.
Caputo hizo saber que él no está detrás de las supuestas operaciones para desgastar a Francos. Por el contrario, en su entorno aseguran que espera que el ex director del BID permanezca en su cargo hasta el final de la administración libertaria. El ministro coordinador y su segundo, Catalán, siguieron esta semana con una agenda subterránea de entrevistas con intendentes del peronismo bonaerense y con una más pública con jefes municipales de Córdoba.
Mientras las visitas de Macri a Milei se vuelven más asiduas y el PRO ya demostró su capacidad de daño en el Ejecutivo, en el Gobierno se convencen de la necesidad de incorporar a un futuro interbloque oficialista a los diputados más cercanos al oficialismo de diversa procedencia: radicales, macristas y partidos provinciales.
A pesar de los cuestionamientos públicos y privados de Macri a Caputo y al entorno presidencial, en la mesa chica de Milei no temen por su futuro en el Gobierno. Cree que si el electorado percibe que el ex presidente presiona al Ejecutivo por cargos – “cajas”, en rigor, es la palabra que usan- el líder del PRO lo pagará en términos de imagen y en votos.
El Presidente había recibido el martes en el medio de un gran hermetismo al jefe del bloque de la LLA en el Senado, Ezequiel Atauche. Un día después, el legislador jujeño estampó su firma en la nota a Victoria Villarruel para echar del bloque a Francisco Paoltroni, el más ferviente crítico de Lijo y de Caputo. En la Rosada creen que el ejemplo disciplinador servirá y que el armado de listas en 2025, ya como gobierno nacional, evitará que se sumen, como el año pasado, dirigentes sin armado y de dudosa lealtad.
La respuesta negativa la vicepresidenta, quien también rechaza la postulación de lijo pero no vota, a la nota del oficialismo en la Cámara Alta puso en evidencia el amateurismo de las espadas legislativas de LLA. Más allá de la forma, en la Rosada asumen que los puentes con Villarruel están totalmente rotos después de los últimos cortocircuitos y aseguran que no hay camino de retorno.
En el Gobierno quieren apurar el proyecto de Boleta Unica Papel, pero el plan para una reforma política podrían complicarse si se empantana la discusión parlamentaria y no hay sanción antes de diciembre.