Ariel García Furfaro, el empresario dueño del laboratorio HLB Pharma que produjo el fentanilo contaminado por que murieron al menos 96 personas, ya había estado frente a las cámaras, pero en un contexto diferente: se supo en las últimas horas que fue él quien compró en 2022 el chalet de Villa Devoto que era de Diego Maradona y que se abrió al público para ver la final del Mundial de Qatar y que también se usó para los festejos en el barrio.
Por entonces, la transacción de la venta de la casa ubicada en José Luis Cantilo al 4500 fue un misterio. Se supo que un empresario la había adquirido por 900 mil dólares, pero el nombre quedó en reserva por unos días. Un año antes, esa misma vivienda había sido ofrecida en una subasta, a ese mismo precio, pero nadie se la había podido llevar.
Con el contexto del Mundial de Qatar, que Argentina iba a terminar conquistando, el nuevo dueño de la casa tomó la decisión de abrir las puertas del lugar para que vecinos, fanáticos y periodistas se acercaran a ver los partidos en ese mítico escenario. Esa acción comenzó a tomar relevancia con el correr de los días y a la par del andar de la Selección.
Para la final, la casa se volvió a abrir y el dueño invitó un asado para todos los presentes. Ya lo venía haciendo antes e incluso había contratado servicios de limpieza y seguridad. Lo único que no se permitía era alcohol. Todo eso llamó la atención de los medios y las cámaras apuntaron a él. Aunque al principio se negó a que mostraran su cara y publicaran su nombre, finalmente se presentó como Ariel García, sin su segundo apellido.
Por entonces era, para los vecinos, un empresario y padre de familia que había logrado salvar el legado del Diego, evitando que el terreno fuera vendido a alguna de las desarrolladoras inmobiliarias que querían demoler la casa para construir un edificio.
En una entrevista con Clarín, explicó: “Me enteré que la iban a tirar abajo. Le pedí el teléfono a un amigo de Adrián Mercado -empresario inmobiliario- y le dije ‘me estás jodiendo, no la pueden tirar abajo’. Le pedí una plata prestada a un amigo y la señé al otro día”.
“Desde que se abrió esta casa en el segundo partido no paramos de ganar y sabíamos que íbamos a ser campeones. Sabíamos que Messi se transformó en Maradona y que Argentina jugaba con 12. Lo supimos, lo dijimos siempre”, dijo en una de las entrevistas con la TV Pública.
Finalmente, según contó, la terminó comprando junto a sus hermanos Diego y Damián por 900 mil dólares. “Es lo que haría Diego. Tiene que ser un lugar para todo el que quiera venir”, sentenció el propietario, que junto a su familia fueron los anfitriones.
En 2023, la casa fue también el búnker de campaña de Roberto García Moritán, quien por entonces era el marido de Pampita Ardohain, candidato a jefe de Gobierno de la Ciudad. Según explicó el propio exfuncionario, llegó a ese lugar a través de un alquiler.
“Un empresario, amigo de una de las personas del equipo, un filántropo, compró la casa para ponerla en valor. De hecho, van a ver que está en obra. Porque nos quiso dar una mano y acompañarnos en nuestra búsqueda y en nuestra campaña, nos lo alquiló a $1″, contó García Moritán en diálogo con América.
Al hablar del misterioso dueño de la casa, no dijo su nombre ni apellido pero lo definió como una persona comprometida con la cultura. También como “un fanático del Diego” al que “le interesa la educación y la salud”.
La casa de Villa Devoto la había comprado Maradona en la década del ochenta, luego de su pase a Boca. La casona era un obsequio para doña Tota y Chitoro, los padres de Diego. Compartieron la residencia, al menos, junto a Claudia y algunas de sus hermanas, antes de que Maradona se mudara a Segurola y La Habana.
Los Maradona vivieron ahí hasta la muerte del papá de Diego, en 2015. Luego siguió ahí una de las hijas, pero más tarde el chalet quedó vacío. Y como en la subasta no se había podido vender, tomó fuerza la idea de demolerla y construir ahí un edificio, del que cada uno de los cinco hijos se quedaría con un departamento. Los especialistas habían dicho que el terreno vacío cuesta más que con la casa: 1,3 millones de dólares, según estimaciones.
En total, la vivienda tiene 700 m2 cubiertos y otros 500 m2 al aire libre. Está ubicada a 200 metros de la avenida Beiró y a 600 de la estación de trenes de Devoto.
La casa cuenta con un garaje para tres vehículos, hall de acceso, bar, toilette, living, comedor diario, cocina, patio, piscina, quincho, parrilla y un baño. En el primer piso hay seis dormitorios con placard y tres baños completos, mientras que en el altillo se pueden observar otros dos dormitorios, una sala de estar y una baulera.
Desde su balcón, ubicado en la pieza de sus padres, Maradona saludó a la multitud que se acercó a ovacionarlo tras conquistar el Mundial de México 86. Y treinta años después, en su puerta de entrada, hizo pública su postergada reconciliación con Diego Junior, en un abrazo que recorrió el mundo. Según dicen quienes lo conocieron, el mítico chalet donde vivieron Doña Tota y Don Diego fue “la casa del Maradona más feliz”.
D.D.