Como todo el mundo sabe, volver es un verbo que según la Academia Española significa “retroceder” o “dar vueltas a algo”. Curiosamente, en el terreno político se identifica con el justicialismo, aunque el término popularmente se lo asimila como un regreso. Esa doble traducción, casi contradictoria, personifica al PJ y, como “todos somos peronistas”, quizás explique la persistencia de un destino binario, la fanática grieta entre el resto de los ciudadanos. Después del 55, ya la inscripción “Perón Vuelve” (la P dentro de la V corta) se diseminaba como una señal en todos los muros del país. No menos exitoso fue otro lema más consistente en las galerías callejeras: “Luche y Vuelve”, surgido también desde que el general partió al exilio. Pintura blanca, a la cal. Sencillo mensaje comunicacional. Hizo eclosión el lema a principios de los 70, cuando padeció una ligera metamorfosis complementaria: el “vuelve” del proverbio cambio por un “Luche y se van”, un mismo jabón, dos marquillas distintas. Menos trascendente el slogan, claro, debido a que facciones internas entronizaron otros: desde “Si Evita viviera seria montonera”, a “Patria socialista, no; patria peronista, si” o “Qué lindo que va a ser el hospital de niños en el Sheraton Hotel”. Una degradación al criterio original de la unidad, el mismo que trata de rescatar la ultima marcha y concentración en Plaza de Mayo en apoyo a la presidiaria Cristina Fernández de Kirchner.
Cristina Kirchner tuvo su Plaza de Mayo colmada y en su mensaje apuntó contra el modelo de Milei: “Se cae”
Se desconoce al autor —o hay fragilidad en la documentación del cronista— anónimo como el de la Marcha Peronista, los derechos fueron cedidos a la ex presidente alojada en un segundo piso de Constitución para ver si repite la Historia. Ella imagina esa vivienda como símil de la española Puerta de Hierro donde Perón recibía adhesiones, donaciones (caja de alfajores Havanna con dólares en su interior) y personajes de todo tipo y origen, cuya distancia de una azarosa Argentina lo hizo volver con la consigna de que “nosotros fuimos malos, pero los que nos siguieron fueron peores”. Tuvo razón, a pesar de que murió antes de tiempo. Cristina, con otras palabras y la misma ilusión, expresa y sueña en ese mismo sentido. Al menos fue lo que dijo en la grabación que se propaló en el acto de la Plaza de Mayo para endulzar a los asistentes, como el general alentaba también a los propios con cartas y casettes traídos al país por un comandante de Aerolíneas Argentinas llamado Ondetti y que respondía a las instrucciones de Jorge Antonio. Otra vez entonces abundan los creyentes del “Luche y Vuelve”, mientras los opositores sostienen que la historia no se repite y, humorísticamente, razonan en que la división del peronismo conduce de un “Luche y vuelve” a un “Luche y nos vamos”.
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Marcha por Cristina Kirchner: de la unidad al amontonamiento
Fantasma que hoy asuela a Cristina, quien desde el martes pasado no padece el angustiante click de una cárcel común, cuando se cierran las puertas metálicas, pero que deberá atravesar podas elementales a la libertad que quiebran a cualquier ser humano. Inclusive a ella, quien piensa que su lugar histórico inevitablemente requiere de ese sacrificio. Hay que quererse demasiado para entonarse a la noche con esa reflexión. Varios años por delante, además, como anunció uno de sus visitantes preferidos, Wado de Pedro, quien considera natural la prisión de otro. Y a la espera de un Presidente amigo que reemplace a Javier Milei, firme un indulto, olvidándose —a pesar de que fue uno los operadores de la viuda en Tribunales— que antes de los comicios de este año comenzará el dantesco juicio oral por el tema cuadernos de la corrupción, también en el año el caso Hotesur y el tratamiento público de la causa por el acuerdo con Irán. Futuro complicado para la resurrección del mítico Ave Fénix desde las cenizas justo cuando apenas comenzó a rugir el fuego.
Si es por el alcance de las nutridas manifestaciones, Cristina estima que desde su celda de varias habitaciones será la prenda de unidad del peronismo, una forma de continuar como líder e imponer condiciones en la agrupación: desde preeminencias para su hijo Máximo (a quien mandaron retratarse en la tv, visitando siempre los estudios complacientes), la continuidad de La Cámpora en cargos —hay no menos de tres ministros que Axel Kicillof no se atreve a despedir, por ejemplo— y el dedazo de candidatos para las próximas elecciones. Al gobernador bonaerense no le satisface esa hegemonía, inclusive por la adolescencia intelectual de ese grupo que piensa en liberar a la jefa arrojando bosta en la casa de José Luis Espert. Menos por la propia hostilidad que le brindan algunos compañeros, quienes cuchichean a su espalda durante los actos, lo agreden, sospechan o ningunean. No debe ser el único discriminado: en la mesa del PJ que se reunió por la prisión de Cristina, juraron por la unidad enemigos acérrimos como Massa y Grabois, Moreno y Massa, Quintela presuntamente con otros gobernadores, hasta Alberto Fernández se aproximó para colaborar. Faltaba recuperar a Scioli, hoy en otra vereda. Kicillof, clave, se muestra remiso, a la espera de que descienda la espuma por la detención mientras el resto de los participantes se juran solidarios y con pérdida de memoria. Lo expuso Moreno, con el perdón en su boca de buen católico, quien dijo que había que olvidar el pasado por una causa más importante como la de Cristina. Una forma, para él, de volver a las pistas aunque no haya clasificado con los votos, mientras Grabois pretende lo mismo y se postula heredero ortopédico por alentar una línea revolucionaria y dura en el PJ. Como antes, como siempre, halcones y palomas en una misma pajarera. “Luche y vuelve”. O se van