Los funcionarios que rodean a Donald Trump no han tenido en cuenta que tras la aplicación de la nueva política de aranceles de Estados Unidos, productos de consumo muy populares como el café y el té quedaron gravados con impuestos.
Un verdadero sinsentido, porque ese país no tiene producción de escala de esas infusiones, que tiene que importar. Y lo que no recuerda Trump es que las infusiones son muy importantes al ser nacional estadounidense. De hecho, la guerra de independencia de las colonias se desató cuando el Rey de Inglaterra le quiso poner un impuesto al té.
Más allá de esos detalles que pueden resultar insólitos, la economía de Estados Unidos hasta ahora se ha comportado como una formidable máquina de generar empresas y puestos de trabajo, porque su matriz está vinculada a las importaciones.
Gran parte de los nuevos negocios que se montan en ese país, se evalúan tomando en cuenta cadenas de suministros internacionales, que suelen proveer de insumos baratos que derivan en bajos precios.
Desarmar ese modelo económico para reemplazarlo por otro que procure tener la mayor parte de los proveedores dentro del propio territorio podría demorar años o incluso fracasar, ya sea porque resulte inviable o porque al final el público puede ponerse en contra de la política del gobierno.
Empresarios de Estados Unidos en alerta por los aranceles
En ese sentido, el fundador de Adcap Grupo Financiero, Javier Timerman, uno de los argentinos que mejor conoce los mercados de capitales de Estados Unidos, cita en sus redes sociales la experiencia de un inversor muy exitoso en empresas startup. Su nombre es Bill Ackman, CEO de la empresa Pershing Square, quien describe como se van apagando proyectos tras el inicio de la guerra comercial de Trump.
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“Estoy recibiendo una cantidad cada vez mayor de correos electrónicos y mensajes de texto de pequeñas empresas con las que hago negocios o en las que he invertido, que expresan su temor de que no podrán trasladar el aumento de los costos a sus clientes y sufrirán consecuencias gravemente negativas”, dice el inversor.
Ackman cita el caso de un empresario que lanzó una línea de bebidas frías en base a café: “A pesar de nuestros esfuerzos por mitigar el riesgo, las nuevas tarifas tienen implicaciones negativas inmediatas y significativas para nuestra estructura de costos y tienen el potencial de comprimir nuestro margen bruto en más del 60%. Las botellas de café y de vidrio representan el mayor porcentaje del costo de los bienes vendidos (COG) y se verán afectadas por los siguientes aranceles recientemente aplicados”, dice el texto.
De acuerdo con la descripción del empresario la suba de aranceles le impactó del siguiente modo:
- Aumento del 50% en el costo de las botellas de vidrio (procedentes de China)
- Aumento del 26 % en el costo del chai (procedente de la India)
- Aumento del 10% en el costo del café (procedente de Etiopía, Perú y Canadá)
La empresa, denominada Explorer Cold Brew, plantea que “reducirá nuestra ganancia bruta en casi un 60% a un margen bruto de aproximadamente el 12% (de 30%)” y plantea que no puede subir precios porque ya está en el rango superior, lo que la haría quedar fuera de juego.
El empresario agrega que “lo que resulta particularmente preocupante es la repentina y generalizada inclusión del café y el té en los aranceles estadounidenses, lo que revierte un precedente de larga data que se remonta al Arancel McKinley de 1890, que eliminó los aranceles sobre estos productos esenciales”. Y dice que la guerra comercial de Trump “representa una amenaza existencial para Explorer Cold Brew y otros productores de bebidas especiales”.
Una pyme que no puede subir precios ni pagar salarios más altos
Del mismo modo, Ackman presenta el caso de otro empresario que se dedica a ofrecer soluciones de audio y video.
“Casi ninguna empresa puede trasladar de la noche a la mañana un aumento masivo de costos a sus clientes, y temo que esto podría ser lo suficientemente devastador como para dejarme sin negocio”, señala el empresario.
Y agrega: “¿Mis clientes tolerarán que sus costos contractuales se dupliquen casi por completo de la noche a la mañana, o esperarán que yo absorba los aumentos con los que mis proveedores ya están amenazando?”.
“Si los clientes se resisten a los aumentos de precios y mis empleados exigen salarios más altos para compensar el creciente costo de vida, terminamos en un escenario de todos perdiendo: sin gastos y sin empleos”, cita Ackman respecto de los empresarios a los que ha venido apoyando con sus inversiones.