Después del discurso de Milei en Davos, el gobierno mostro su agenda patriarcal, quiere eliminar la figura del femicidio del Código Penal Argentino, los cupos de géneros y discapacidad. Y la llamada “Ley de igualdad ante la ley” no contemplaría modificaciones sobre el aborto y el matrimonio igualitario, atentando además contra la identidad. ¿Evidencias de una batalla cultural o un clima de época?
Un discurso falso con políticas nefastas
El discurso de Milei en Davos encendió muchas críticas en todo el mundo, pero como a Sansón, a quien su pelo le otorgaba fuerza, nuestro presidente encuentra en su discurso de odio una renovada energía para ejecutar y llevar sus políticas adelante. Frente al asombro de muchos, el estupor de otros, y la inmovilidad de otros sectores. Es evidente que encuentra agua para tirarse. O por lo menos súbditos que niegan su desnudez y le dicen que es el mejor vestido y maquillado de la gala, lo que le permite avanzar de todos modos.
Pero fuera cual fuera el motivo, lo cierto es que hay una agenda patriarcal en curso que pretenden aplicar este 2025.
Como anticipamos en la nota sobre el carácter de macho alfa que tiene Milei, sus palabras pueden parecer un circo pero en el plano del mandatario se llevan a la práctica. Hay una batalla cultural en curso que debe darse para recuperar la lógica de ciertas cosas.
¡Fachos al tacho! El movimiento feminista y disidente no tiene miedo y debe ser contundente en esa demostración. No sólo preparando un 8M potente sino en defensa de todas nuestras conquistas y en repudio a un discurso y un accionar de odio desde el gobierno y sus instituciones. No lo podemos permitir. Tenemos argumentos y una energía enorme para volcar a las calles.
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¿Qué vida vale más?
En 2024 se registraron 267 femicidios, es decir, un asesinato de mujer cada 33 horas en manos de su compañero o excompañero varón. Según el observatorio que menos femicidios contabilizo. En otras estadísticas los números crecen.
En Argentina, la figura del femicidio, como agravante del homicidio, fue incluida en el Código Penal en 2012 a través de la Ley N° 26.791, y la pena prevista para ese delito es prisión perpetua. O sea, la figura del femicidio no agrava la pena, porque las que mueren sean más valiosas porque son mujeres, o su vida valga más, el agravante es el vínculo.
El propio código penal tiene otras figuras que se agravan por diferentes motivos. O establece diferencias concretas entre figuras que para algunos pueden ser parecidas, pero que se diferencian. No es lo mismo el hurto que el robo, por ejemplo. Por lo que los dichos desde el gobierno sobre el agravante en los femicidios y la crítica a esta figura no solo es machista, sino que da la sensación del desconocimiento absoluto del mecanismo del propio código penal.
De acuerdo con un informe de la ONU, “todos los países de América Latina, excepto Cuba y Haití, han aprobado leyes que penalizan el femicidio/feminicidio”. Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela”.
Y es evidente que este registro mundial sobre como delimitar la pena frente al escenario patriarcal no tiene solo motivos feministas sino también legales. La protección jurídica y el agravante por el vínculo ha permitido un avance en el tratamiento de estos delitos y que además resultan ejemplificadores para otros. En el caso de los femicidios la motivación se manifiesta por el solo hecho que la víctima es mujer, y en esta sociedad patriarcal, la mujer es para muchos propiedad de su marido , o compañero. Situación también estipulada en otro momento por el código penal respondiendo a una sociedad que obligaba a las mujeres a llevar el apellido, y fijar la dirección del esposo.
Los instrumentos legales deben responder a las necesidades de la sociedad y su evolución. Fundamentalmente no negando la realidad. La ley debe reflejar esa realidad.
Cuando no existía el divorcio, la ley quedaba atrasada con respecto a lo que realmente ocurría de hecho. Y traía numerosos problemas.
El femicidio reconoce no sólo el agravante por el vínculo sino también que el porcentaje de mujeres que mueren en manos de sus compañeros o excompañeros es enorme, real y parte de un problema concreto. No se puede esconder.
El problema de este gobierno no es que piense que el valor de nuestras vidas no puede quedar por arriba de otros. Cosa que no ocurre con esta figura. Sino que en realidad las mujeres valemos mucho menos para ellos. Y así lo quieren dejar reflejado, volviendo a los formatos antiguos y atrasados del propio código penal. La mujer vale menos.
No es una intención, la continuidad de sus políticas
Si bien lo que trascendió, por el momento, es que el oficialismo presentará un proyecto en el período de sesiones ordinarias del Congreso para eliminar la figura de femicidio, cupo de género e identidad, es evidente que hay una continuidad en esta agenda.
Sobran ejemplos del odio contra las mujeres y disidencias y contra las políticas para la erradicación de las violencias machistas: eliminó el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad (MGMyD) y el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi); desfinanció la línea 144; fue el único en votar de forma negativa en la asamblea de Naciones Unidas para prevenir formas de violencia; y terminará en marzo con la Ley 27.705 de moratoria previsional, entre otros casos.
A eso hay que sumarle su discurso de odio constante contra las mujeres y disidencias habilitando el maltrato y la violencia contra nosotres. Milei y su gobierno es negacionista del Patriarcado y a la vez reproducen todas las conductas machistas desde las instituciones. Nos odian. Pero no les tenemos miedo. Podemos ser una marea poderosa si salimos a la calle y los enfrentamos. No es “cabildeo”, no es “negociar” es salir a la calle y ser una potente marea que frene este ajuste monumental sobre nosotres.
¿Batalla cultura o cambio de época?
La misoginia empoderada con el Milei machote, festeja la vuelta de “Pone a Franchella”, un programa sinónimo de un momento de machismo recargado, donde los programas de televisión y divertimento reflejaban un humor sexista, misógino y ridiculizante de las mujeres. Mujeres como objeto. Un objeto que vendía más si ese era su rol.
La vuelta de ese programa y un discurso atrasado y de odio pueden parecer un clima de época frente a la conclusión que la reacción a la cuarta ola empieza a ser mayoría.
No debemos confundir el ascenso de la ultraderecha y la reacción machista y patriarcal mundial con una masificación homogénea de esas ideas. El mundo responde a una polarización fuerte, y si bien la novedad hoy es el ascenso político de la ultraderecha, en el otro polo hay activismo, luchadores, sectores enormes de la población que no acuerdan con estas ideas. Hay una lucha abierta. Una batalla cultural. Que requiere que tengamos viva nuestra militancia, nuestra movilización y la creatividad enorme para poder inclinar la balanza en el sentido más humano.
Por eso no te quedes en casa, y menos viendo a Franchella, organízate, y activa fortaleciendo el movimiento feminista y disidente para lograr un próximo 8M enorme y potente. Llevemos a cada casa, a cada familia este debate. Nuestros derechos no son un virus ni un cáncer, el problema no somos nosotres, es su machismo recargado, su racismo y odio de clase. Fachos y machos al tacho.