Si nos guiáramos simplemente por números y cantidades podríamos sorprendernos de que una bailarina de ballet como lo es Marianela Núñez –es decir, ni futbolista, ni influencer ni artista de rock- tenga cerca de 650.000 seguidores en su cuenta de Instagram.
Pero esos números en realidad no dicen nada, o en todo caso no dicen nada importante sobre la dimensión artística mayúscula de Marianela Núñez. Verla en el escenario es una experiencia extraordinaria; verla en un ensayo es un paso aún más allá.
Este próximo domingo 23 y el martes 25, Marianela -que desde 1998 forma parte del Royal Ballet de Londres y también es primera figura invitada en muchas compañías internacionales- interpretará a la princesa Aurora en el ballet La bella durmiente. Será en el Teatro Colón acompañada por Federico Fernández como el príncipe Desirée y por el cuerpo estable que dirige Mario Galizzi.
Pero hoy, miércoles a la mañana, está ensayando algunas escenas de la obra en la enorme sala 9 de julio del Colón y es en esta circunstancia que confirmamos de muy cerca lo sublime de esta intérprete pero también su sencillez, su encanto y su humor.
Algo más: la gran exigencia que tiene para consigo misma, revelada en esa necesidad de volver, una y otra vez, a afinar detalles aparentemente diminutos en esta obra que ha bailado infinidad de veces.
Relajada y con la lengua afuera. Marianela Núñez se desvive por bailar clásicos como «La bella durmiente». Foto: Martín Bonetto
Una estrella llena de humildad
Finalmente, es además una gran compañera: hay una escena, llamada el “Adagio de la rosa”, que comparten la princesa Aurora y cuatro pretendientes principescos y que es muy difícil técnicamente; requiere, para la princesa, posiciones en equilibrio casi sobrehumanas.
Esta escena, en el ensayo de hoy, hizo necesarias algunas precisiones de Marianela sobre desde qué distancia los varones tienen que tomarle la mano, o cuánto hacerla girar, o cómo sostenerla exactamente; en fin, cuestiones técnicas.
“Perdón que sea cargosa” les decía Núñez a sus partenaires. Y dirigiéndose al director Mario Galizzi, autor de esta versión: “Tendría que preguntarle a las otras chicas (nota: que interpretan a Aurora en otras funciones de este ciclo) cómo lo resuelven, porque cada una tiene una manera propia de bailarlo”.
Marianela Núñez, una bailarina con rango de superestrella. Foto: Martín BonettoUna bailarina que observaba hoy el ensayo, decía: “Hay grandes estrellas que aprenden y bailan un determinado rol de una manera perfecta. Marianela provoca la impresión de que ese rol lo hubiera inventado ella”.
Al terminar el ensayo Marianela se presta a una breve charla sobre dos temas. Uno relacionado con las características del papel de la princesa Aurora y otro sobre su reciente actuación en el rol de Giselle en la Opera de París; fue la primera vez que bailó en ese teatro y con esa compañía.
-El personaje de la princesa Aurora parece tener menos profundidad o matices que el de otros papeles femeninos del repertorio académico, como Giselle u Odile-Odette de “El lago de los cisnes”. ¿De qué manera entonces abordás Aurora para su interpretación?
-¿Decís que el personaje no es tan complejo, que no tiene tantos “mambos”? Sí, pero aun así hay toda una historia para contar. El desafío de este tipo de grandes ballets es que aun con la demanda técnica tan difícil, la ejecución de los pasos y la musicalidad que necesitan, la historia sigue siendo fundamental. Y así esa entrada de Aurora, con sus dieciséis años y tratando de descubrir quién será su enamorado, es un gran desafío. Me importa acercar esto al público y aún más en el mundo en que vivimos hoy.
Un gorrión en pleno vuelo. Marianela Núñez, en el ensayo de «La bella durmiente». Es primera bailarina del Royal Ballet de Londres y danzó en las compañías más importantes del mundo. Foto: Martín Bonetto-¿En qué sentido?
-En que hay un alejamiento del universo de los cuentos de hadas y para mí son muy importantes. Necesitamos eso. Cuanto más oscuro se pone el mundo, más necesitamos vincularnos con esas cosas. Que el público entre en esa magia, se encuentre con las hadas, con la princesa Aurora, y se olvide de todo durante tres horas.
-Y tu personaje también va cambiando.
-Sí, los tres actos son muy diferentes. Fijate, el “Adagio de la rosa” es algo verdaderamente épico (se ríe) y no se termina nunca; te decís “ya está” y no, viene otra variación, y después la coda. A lo mejor alguien del público piensa “bueno, suficiente, pobre chica”. Quiero decir, en una escena como esta es fácil concentrarse en una misma; pero a mí me pasa lo contrario: cuando salgo al escenario quiero traer a todos conmigo, en cada gesto; antes de hacer los equilibrios conectarme con eso; si no, es un momento muy solitario.
Al natural. Marianela Núñez disfruta de los ensayos en el Colón, donde bailará 23 y 25 de junio. Foto: Martín BonettoY no quiero que el público se dé cuenta de que el “Adagio de la rosa” es tan difícil; sólo quiero contar el cuento. Por eso los clásicos son tan importantes para mí”.
-Te gusta mucho bailar “La bella durmiente”.
-Me encanta. Kevin O’Hare, director del Royal Ballet de Londres, cuenta siempre esta historia: cada vez que se programa La bella durmiente, y la compañía la hace mucho, las caras de las otras primeras bailarinas se ponen pálidas de pánico. Y cuando me lo dice a mí, salto de alegría. El comentario de Kevin: “¿Estás loca? Sos la única que reacciona así”. Y por otra parte la música de Tchaikovsky…
-Maravillosa.
-Hay un pasaje del “Adagio de la rosa” (tararea) que cada vez que escucho su música siento que me explota el corazón.
Marianela Núñez, junto al director del Ballet del Colón Mario Galizzi y el primer bailarín Federico Fernández. Foto: Martín Bonetto¿Te ocurre cada vez que bailás “La bella durmiente”?
-En cada función y en cada ensayo. Siempre. Junto con El lago de los cisnes, La bella durmiente es uno de los clásicos que más bailé. Y cuanto más los interpretás, más pasan a formar parte de vos. También es cierto que dan mucho miedo; hasta hoy siento temor cuando hago estas obras, pero es un miedo al que quiero enfrentarme y sacarle una ventaja.
El beso en París
-Bailaste hace poco “Giselle” con el Ballet de la Ópera de París. Tu primera vez allí. Alguien contó que al final de los saludos besaste el piso del escenario.
¡Sí! Primero, porque tenía muchas ganas de hacerlo; pensemos que en la Ópera de París nació todo, nació el ballet. Y hubo veinte minutos de aplausos y me dijeron que no ocurre nunca. Esperé más de veinte años para bailar en ese escenario y era muchísima la presión; pero tuve un gran acompañamiento y cariño de todo el mundo. Fue como con Messi en el Mundial: “Ya está, andá; es tuyo”.
Sencillez. Marianela Núñez, sentada en el suelo, conversa con Clarín. Foto: Martín Bonetto
Información
Las funciones de La bella durmiente en el Teatro Colón continúan hasta el martes 25 de junio. Esta última y la del domingo 23 tienen como artista invitada a Marianela Núñez.