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Los estanqueros de Fernán Núñez dan un Gordo en el pueblo y un quinto en Montilla

Los propietarios del estanco de Fernán Núñez nunca habían dado un premio de la Lotería de Navidad hasta ayer con un décimo del primer premio. Algo que puede resultar lógico si se tiene en cuenta que llevan poco más de dos años. «Es increíble que en tan poco tiempo hayamos dado ya un premio tan importante como este», aseguraba emocionado José María Blancat, que regenta este negocio junto a Ángel Blancat y Antonio Berral. Porque el punto de venta de tabaco lleva más tiempo de actividad pero hace sólo dos años que cuenta con una máquina autorizada para la venta de lotería y apuestas del Estado. 

La alegría y la curiosidad confluyeron en la esquina donde se ubica su establecimiento. Por un lado, la euforia de los propietarios y sus allegados. Por otro, la hilera de curiosos que bajo las preguntas «¿qué ha pasado?» y «¿se sabe ya a quién le ha tocado?» se agolpaban en el negocio de la calle Doctor Servet, 1.

«Estamos muy contentos», indicaba Ángel antes de proceder a abrir la botella de cava y brindar por el premio repartido. «Ha sido uno solo… ¡pero de 400.000 euros!», apuntaba. 

Revuelo en el municipio

La empleada de la cafetería de enfrente del estanco refería a los dueños del estanco que «en redes sociales se está diciendo que me ha tocado a mí por la foto que me he hecho con vosotros celebrando el premio». «Hay que ver lo que son los chismes del pueblo», decía uno de los clientes de la cafetería. «Anda que no te van a salir novios ahora», decía otro.

Los responsables de la administración de Montilla muestran el número premiado. JOSÉ ANTONIO AGUILAR

El estreno de estos estanqueros fue por partida doble. Ayer apuntaron en su historial dos premios de un tacada: el Gordo dado en Fernán Núñez y un quinto premio en el estanco que gestionan en Montilla

«Cuando nos enteramos de que habíamos dado un quinto premio en Montilla todavía quedaba por salir el Gordo y dije que lo íbamos a dar aquí», apuntaba José María Blancat. Y así fue.

«Ahora hay que comprar para la lotería del Niño, que mis jefes están en racha», aconsejaba a los presentes la empleada del estanco. Y más de un número salió de la máquina expendedora con la esperanza puesta en el 6 de enero

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