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Javier Milei asumió, planteó una herencia dramática y advirtió que vienen tiempos muy duros: No hay alternativa, habrá shock

Culminando un raid extraordinario que lo llevó en tan solo dos años de carrera política de una banca en la Cámara de Diputados a la Casa Rosada, Javier Milei juró ante la Asamblea Legislativa y asumió este domingo como presidente de la Nación por los próximos cuatro años.

En su discurso ante miles de simpatizantes congregados en la Plaza de los dos Congresos, poco después del mediodía, el flamante mandatario habló del inicio de una “nueva era”, pero describió un escenario dramático del estado en que se encuentra el país: “Ningún gobierno ha recibido una herencia peor que nosotros”, dijo y responsabilizó al kirchnerismo saliente, aunque sin hacer nombres propios.

Su descripción del cuadro y de lo que a su entender se agravaría hasta una inflación de “15 mil por ciento anual” y una pobreza “de 90 por ciento”, con una “bomba” en términos de endeudamiento nacional y el estancamiento de la economía desde 2011, fue el preludio de “la solución” que para Milei debe aplicarse: un ajuste de 5 puntos del PBI en el gasto y de otros 10 puntos de la deuda del Banco Central.

Primeros momentos ya en funciones del presidente Javier Milei y de la vice Victoria Villarruel, en el Congreso. Foto Federico Lopez Claro Primeros momentos ya en funciones del presidente Javier Milei y de la vice Victoria Villarruel, en el Congreso. Foto Federico Lopez Claro “No hay solución alternativa al ajuste”, insistió Milei. Y definió que ese ajuste de “shock” empezará en los próximos días. “Todos los programas gradualistas terminaron mal. Los de shock fueron exitosos”, sostuvo. En este sentido, dio a entender que parte de este combo es que no hay posibilidad de obtener fondos frescos: “Para hacer gradualismo es necesario que haya financiamiento. Y lamentablemente, tengo que decirlo de nuevo: no hay plata”.

En la plaza, la gente que fue a manifestar su apoyo coreó “Milei, querido, el pueblo está contigo”, y también se escuchó cantar en favor de la “¡moto-sierra” que el libertario prometió aplicar en el gasto del Estado.

“No hay alternativa al ajuste y al shock” insistió Milei, y avisó que las medidas que aplicará traerán inflación, estancamiento y recesión. Sin dar plazos, también prometió que “este es el último mal trago” y que luego del “reacomodamiento” de la macroeconomía la situación “empezará a mejorar”. Serán “duras decisiones”, dijo el flamante mandatario, pero sostuvo que “no nos dejaron opción” ante los “100 años de despilfarro de la clase política”.

A la política le dedicó un primer pasaje en son de paz: «No venimos a perseguir a nadie, no venimos a saldar viejas vendettas ni a discutir espacios de poder».

Una frase que desilusionó a parte de sus seguidores que durante varios tramos en que Milei relataba «la herencia» y el desmadre económico kirchnerista, respondían al grito de «pre-sos, pre-sos». También cantaron «Cristina se va presa».

Javier Milei, en su discurso desde la Casa Rosada.  Fotos Emmanuel Fernández Javier Milei, en su discurso desde la Casa Rosada. Fotos Emmanuel Fernández Sin embargo, después Milei aclaró que no va a permitir que le obstruyan el camino. «No pedimos acompañamiento ciego, pero no vamos a tolerar que la hipocresía, la deshonestidad o la ambición de poder interfieran con el cambio que los argentinos elegimos».

En esa línea advirtió: «Aquellos que quieren utilizar la violencia o la extorsión para obstaculizar el cambio, les decimos que se van a encontrar con un presidente de convicciones inamovibles, que utilizará todos los resortes del Estado para avanzar en los cambios que nuestro país necesita».

Más directo fue con las organizaciones sociales: «El que corta no cobra». Los piqueteros duros ya se afinan para su “gran” movilización para conmemorar el 19 y 20 de diciembre de 2001, el estallido final que terminó con el gobierno de Fernando de la Rúa. Quieren que sea una demostración de fuerza hacia el flamante gobierno, que los desprecia.

Este domingo se cumplieron los 40 años de la recuperación de la democracia, cuando la llegada de Raúl Alfonsín puso fin a los siete años de la dictadura militar. Milei es el octavo presidente elegido por voto popular desde ese momento bisagra en la historia del país.

Economista y outsider de la política, Milei irrumpió con su discurso disruptivo contra la casta política y en favor de una dolarización, que este domingo nunca mencionó. Y prácticamente sin estructura, derrotó a las grandes coaliciones nacionales en estas presidenciales.

No cuenta con gobernadores ni intendentes propios en todo el territorio y tiene una fuerza apenas incipiente de legisladores en el Congreso. Desde hoy su proyecto de gobierno, declaradamente radical, abre un escenario inédito y de incertidumbre en el país.

De espaldas a la Asamblea

Milei y la vicepresidenta electa Victoria Villarruel llegaron al Congreso para la asunción poco antes del mediodía, donde ya los esperaba sesionando la Asamblea Legislativa.

Alberto Fernández, de rol opaco y por momentos extraviado en la ceremonia, le puso la banda y le dio el bastón a Milei.

Cristina Kirchner en cambio, buscó erigirse en protagonista ya desde la elección de su vestido rojo furia, contraindicado por el protocolo que prescribe justamente lo contrario, la discreción en el atuendo de las mujeres en actos de esta naturaleza. Pero la dos veces mandataria, se sabe, no da puntada sin hilo. Estuvo locuaz, y hubo un cambio al final, porque ella fue la que terminó encabezando como presidenta de la Asamblea Legislativa la jura de los nuevos presidente y vice. Al otro lado del estrado estaba Martín Menem, flamante presidente de la Cámara de Diputados.

Cristina tuvo sus contratiempos. Al llegar al Senado recibió insultos y contestó con un gesto obsceno, y al salir también desde un piso alto frente al Palacio le gritaron “chorra”.

Que Milei eligiera romper una tradición y no hablar ante los legisladores, sino de espaldas a la Asamblea, cayó mal en el Congreso. Hubo críticas abiertas K y también radicales y de la Coalición Cívica, y otras más silenciosas de legisladores del PRO que declaran su apoyo a Milei.

Javier Milei y su hermana Karina, en el auto descapotable rumbo a la Casa Rosada, tras la asunción. Foto: Emmanuel Fernández Javier Milei y su hermana Karina, en el auto descapotable rumbo a la Casa Rosada, tras la asunción. Foto: Emmanuel Fernández Aunque hay prudencia y declaraciones en favor de la gobernabilidad, en el ex Juntos por el Cambio inquieta que el nuevo gobierno pretenda avanzar sin el Congreso. Los propios legisladores de La Libertad Avanza decían este domingo no tener todavía coordenadas ni “línea” de lo que viene: cuándo llega la tan mentada ley ómnibus al Congreso, o si habrá nuevo proyecto de ley de Presupuesto.

En un palco estuvieron sus padres Norberto y Alicia, y su pareja Fátima Flores.

El presidente llegó con su hermana Karina Milei, y con ella se fue luego a la Casa Rosada saludando en el Mercedes descapotable. Karina juró a la tarde como secretaria general de la Presidencia y se consolida como un personaje determinante del nuevo gobierno de su hermano. En una decisión extraña y polémica, no se permitió el acceso de la prensa a la jura de ministros, argumentando que era “un evento privado”.

Poco después de llegar a la Casa Rosada, Milei salió al balcón y le habló a la multitud en Plaza de Mayo. Prometió “el fin de la noche populista y el renacer de una Argentina próspera y liberal”.

Los saludos de los mandatarios y delegaciones extranjeras -descolló la presencia del ucraniano Volodimir Zelenski-, una ceremonia interreligiosa en la Catedral y la gala en el Teatro Colón a la noche, fueron parte de los actos de la larga jornada.

Pero más allá de los grandes títulos y la versión criolla de más sangre, sudor y lágrimas que desplegó Milei en un país donde la mayoría está exhausta y empobrecida y con escaso margen para sumar más penurias, los anuncios concretos parecían esta noche volver a postergarse. Aunque el sentido está claro. Y en las calles cerca del Congreso la remera mileista más vendida, a 6 mil pesos, era la de la consigna “No hay plata”.

Colaboró: Jazmín Bullorini

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