Son las 16.30 y se disputa la final del Copper Grand Prix de Antofagasta, al norte del desierto de Atacama: los equipos Rosberg X Racing, del excampeón de la Fórmula 1 Nico Rosberg, y Aacciona, del español Carlos Sainz, se juegan (y se prestan) la cima del campeonato de rally de autos Eléctricos Extreme E.
Juanito Montes (37 años) y César Argañaraz (45) observan compenetrados en la pantalla gigante del Explorer, el VIP del circuito, a la carrera que definirá todo. ¿Quiénes son? Como ellos se definen, «dos buscavidas apasionados por el motorsport«, dos mecánicos cordobeses que se codean con la elite del automovilismo europeo y forman parte del Rosberg X Racing. Cuando la sueca Mikaela Kottulinsky cruzó la meta con el eje de la rueda izquierda destrozado para asegurar el título, los argentinos explotaron en un grito de felicidad.
Minutos antes, el único equipo que podía arrebatarles el campeonato volcó, pero para Argañaraz no había que contar los pollos antes de nacer. «Las carreras se festejan cuando se termina», decía, y rechazaba cualquier tipo de saludo, aunque ya nadie podía pasarlos en puntos en el campeonato.
«La tensión que viste tiene que ver con que nosotros también corremos. Es el cierre de nuestro trabajo del año y por eso se vive con una tensión extrema», cuenta Montes, cordobés de Villa Carlos Paz, igual que su colega.
«En este equipo nos hacen sentir que todos somos una pieza clave: los pilotos son empleados del equipo Rosberg, igual que nosotros. Por eso vivimos la carrera con mucha intensidad: necesitábamos cerrar el año ganando», agrega Argañaraz.
El equipo Rosberg (dos argentinos, dos austríacos, un portugués y un finlandés) observa el final de la carrera.
Cómo llegar a los grandes equipos de Europa sin morir en el intento
Juanito Montes, que arrancó como mecánico en las categorías de rally provinciales hasta llegar al Dakar, cayó de casualidad en el equipo del ex campeón del mundo de Fórmula 1 que además ostenta haber ganado la última temporada. “Volvía del Dakar en Arabia y pasé por Barcelona a quedarme en lo de Nahuel Bianco, un amigo que trabaja como mecánico en Europa y me dijo que necesitaban gente: ‘Tenés que probar suerte acá, te tiene que ir bien’, me dijo”, recuerda el cordobés, que «no tenía nada que perder» y se radicó en Alemania, sede del equipo.
«Lo mío es pasión, no viene de familia. Yo quería estudiar pero en mi casa no había plata, así que me puse a laburar con un conocido que me dio una oportunidad. Para mí llegar hasta acá es jugar en Primera, es el sueño de cualquier mecánico que ama el motor sports«, dice Montes. que hace 15 años que trabaja en el rally y hace dos se radicó en Europa.
Juanito Montes celebra una victoria con el equipo Rosberg.Gracias a su trabajo, Juanito ya estuvo en Arabia Saudita, Grecia, Finlandia y Europa Central. «Lo que más me gusta es conocer diferentes culturas. Te abre la cabeza. Y también me sirve para darme cuenta que Argentina es el mejor país del mundo. Tendremos problemas, pero no lo cambio por nada», dice Montes.
Los dos son trabajadores freelance y dicen que el circo del automovilismo es muy chico en Europa, igual que en la Argentina: «Si tenés ganas y sos constante, te puede ir bien y se puede ganar buena plata», aseguran.
«Eso sí: ahora ya tenés que planificar el año que viene. Vas hablando con los equipos y armás tu calendario», explica Argañaraz.
César tuvo un periplo más largo hasta poder vivir bien de su pasión: el automovilismo y la mecánica. «Siempre fui un busca», acepta.
Video
Clarín visitó el paddock del equipo del alemán donde trabajan los cordobeses César Argañaraz y Juanito Montes
Arrancó barriendo talleres en su Córdoba Capital natal. «Iba por los talleres y les decia: ‘Don, quiere que le barra el taller. ¿Le lavo el auto?’«, recuerda. Pasó por la chapa y pintura, «lijaba autos», mecánica rectificadora hasta que en 1999 ingresó a un equipo de Honda que tenía al Gurí Martínez, Pato Silva y Chiqui García.
Inquieto, se fue a probar suerte a Europa. «Culpa de un amigo: se casó allá y me empezó a picar la cabeza para que fuera». César fue, pero extrañaba a su hija Azul y se volvió al mes. En 2020 se decidió y vendió todo, movió a toda su familia para el Viejo Continente, pero la aventura duró poco. “Me agarró la pandemia, me quedé sin trabajo y nos gastamos todos los ahorros. Tuve que volver a la Argentina”, sentencia.
Cuando se reabrieron las puertas del mundo, a lo Di María, fue otra vez con la cabeza contra la pared. Consiguió trabajo en un pequeño pueblito en la montaña en Italia y, cuando se asentó, se volvió a buscar a su familia. La tercera sería la vencida.
César Argañaraz, en los boxes de Rosberg.A esa altura, ya tenía dos hijos con su nueva mujer, Jésica, pero Azul (que hoy tiene 18 años y estudia en Valencia) perdió a su mamá. Por eso se sumó a la familia ahora ensamblada que completan Joaquín (10) y Francina (6).
A bajar un cambio
Terminó una semana dura con jornadas que arrancaron todos los días a las cinco de la mañana y culminaron cerca de las ocho de la noche. «Pero acaba de la mejor manera», coinciden.
Ahora se vienen unos días de descanso, volver a Córdoba en las Fiestas y la rueda que vuelve a girar. La cita más cercana del automovilismo es el Dakar, que arranca el 5 de enero.
-¿Cuál es el objetivo? ¿Llegar a un equipo más grande?
-Yo los sueños los estoy cumpliendo todos. El mío era trabajar en el campeonato de Rally Mundial y lo logré. También en el Dakar y ahora poder ser campeón en esta categoría (Juanito).
-Yo no aspiro mucho más que seguir haciendo lo que me gusta. Hice el esfuerzo por mi familia y logramos levantarnos. Es un trabajo duro. Veré hasta dónde me da el cuerpo (César).